Justo antes de verano me ocurrió esta anécdota que os trasmito y que su reflexión es la que da pie a este post.
Asistí a un evento empresarial en donde informaban sobre una nueva normativa que me interesaba conocer para mi labor de director de RR.HH. La cuestión es que allí coincidí con muchos empresarios que conozco y pudimos charlar informalmente antes y después del evento. Pues bien, en ese mismo encuentro se me acerco un empresario para hablar sobre los talleres de formación que doy a empresas, me pregunto si impartía algún taller de motivación para una empleada de su empresa y que no tenía la motivación que el creía suficiente para desempeñar su trabajo. Le contesté que si tenía taller de motivación y que las empresas salían satisfechas del mismo o por lo menos así me lo reportaban. ¡Perfecto! Exclamó pues te llamo y lo preparamos para ver si conseguimos motivarla. Fue entonces cuando le pregunté por la trabajadora en particular, le pregunté edad, si estaba casada y si tenía hijos, quería saber su perfil, pero principalmente quería saber que datos conocía de su trabajadora este empresario. Mi más temerosa sospecha se confirmó, no sabía ninguna de las tres respuestas. Me argumento que no se metía en el plano personal para que no sentirse obligado a dar permisos por causas personales y cosas así. Han pasado los meses y no hemos hecho el taller de motivación de lo cual me alegro, no por no querer hacerlo, seguro que les gustaría a los empleados de esa empresa, pero me alegro de haber evitado pasar el mal trago de ser honesto y tener que decirle que el taller que necesita su empresa no es de motivación sino de liderazgo y en concreto para este empresario al que aprecio y admiro en muchas facetas dicho sea de paso.
Esta conversación creo en mi cabeza la imagen de cómo sería este empresario en su empresa y como saludaría cada mañana a sus empleados, de aquí el post que he titulado como “El saludo del buen jefe.”
El buen jefe debería de realizar cada mañana tres preguntas;
¿Cómo estas?
¿En que estas?
¿En que puedo ayudarte?
Lo desarrollamos brevemente.
¿Cómo estás?
Esta pregunta es personal y es que en contra de la opinión que comentaba en mi anécdota, no podemos pretender que nuestros trabajadores se involucren al cien por cien con los objetivos de la empresa si tienen la sensación de que no le importamos nada. Sin una relación personal estrecha no se pueden crear vínculos de confianza, y no se olviden de esto; “cuando la confianza es mediocre los resultados son mediocres”
Esto no quiere decir que tengamos que ser íntimos amigos de nuestros subordinados, seguramente ellos tampoco lo querrán. Pero si deben percibir que nos preocupamos por ellos, que son importantes, que tu vínculo va mas allá de la relación jefe y empleado. Se lidera desde el corazón y no se puede querer unos resultados extraordinarios cuando la relación no es extraordinaria.
¿En que estás?
Esta simple pregunta si la analizamos puede expresar un lenguaje subliminal exquisito para la motivación y realización de los empleados. Cuando un jefe pregunta que proyecto o tarea está desarrollando en ese momento, en primer lugar esta ejerciendo su labor de jefe para saber como de avanzado va un proyecto o tarea de la que subsidiariamente es responsable, el trabajador reporta sus avances y lejos de sentirse fiscalizado lo que se siente es apoyado por un jefe que se preocupa por lo que esta haciendo. Esto lo muestran los estudios, no lo digo yo, produce este efecto pero en un “jefe tipo” al que estoy describiendo, si el jefe es el típico que echa broncas y que te pregunta por aburrimiento para ver si te encuentra el fallo lógicamente el efecto más que de apoyo será de acoso.
Cuando un jefe delega, y ya hablamos de las cuatro fases e la delegación en el anterior post, no significa soltar “el marrón” y despreocuparnos, significa acompañar y supervisar cuando sea necesario a nuestro subordinado para estar presente cuando lo necesite.
Una pequeña pincelada desde el punto de vista de la productividad. Si sabes que cada mañana tu jefe te va a preguntar en que estás, te cuidarás muy mucho de avanzar en tus tareas para que no le tengas que decir que estás en el mismo sitio que ayer. Máxime cuando te muestra su ayuda para no dar ninguna posibilidad al estancamiento. Aquí es cuando nos metemos en la tercera pregunta del buen jefe.
¿En que puedo ayudarte?
Una vez que hemos hablado sobre el plano personal (como se encuentra en las distintas parcelas de su vida) y sobre el plano profesional (lo que está desarrollando en ese momento) es el momento de mostrar su ayuda. La principal característica de un líder es servir, esta tercera pregunta nos permite mostrar el respaldo que puede necesitar nuestro empleado en un determinado momento, puede desbloquear una situación de bloqueo que tantas veces se nos da y que solo la visión de una nueva persona puede ocasionar una solución que hasta ese instante de ninguna forma veíamos, por último esta tercera pregunta nos muestra el respaldo de un jefe que por ese simple hecho nos involucra instantáneamente en el proyecto común de la compañía.
La tarea de este post es pensar cual es nuestro saludo cada mañana, sin necesidad de ser jefe, simplemente con nuestros compañeros. Quizás debas de mejorar este saludo para el bien común de todos.
Para terminar un poquito de auto-coaching ¿qué pasaría si nos saludásemos cada mañana nosotros mismos con estas preguntas?
¿Cómo estoy? ( cual es mi estado de ánimo)
¿ En que estoy? ( donde estoy poniendo el foco de mi vida)
¿ En que puedo ayudarme? ( en que faceta debo mejorar y como puedo hacerlo)
PD: Si eres el empresario de la anécdota y estas leyendo o escuchando este post, espero que no lo tomes a mal, muy al contrario creo que es una oportunidad de crecimiento para subsanar algo que desde mi punto de vista se está haciendo mal.
Feliz semana!!!