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¿INSPIRAS O SÓLO DAS ÓRDENES?

Si nos transportásemos en el tiempo y preguntásemos a nuestros abuelos y a algunos de nuestros padres con cierta edad, te dirían que “triunfar” en el mundo laboral es estar 40 años en una buena empresa, jubilarte en ella y que te regalen un reloj en una cena homenaje. Es una generación en la que primaba como valor soñado la estabilidad pero… ¿Se imaginan a un millennials haciendo lo mismo durante 40 años? Creo escuchar la respuesta que en estos momentos resuena en tu cabeza.

Las nuevas generaciones están normalmente más preparadas y su tolerancia a soportar determinadas cosas es relativamente baja. Esto hace que las empresas que no están a la altura de las circunstancias les cueste encontrar candidatos y sufran una alta rotación de los mismos.

¿A qué me refiero con no estar a la altura de las circunstancias? Me refiero a no tener algunas características que son imprescindibles para estas generaciones. Y no solo referentes a un proyecto atractivo o condiciones laborales a efectos de salario, horario, conciliación familiar, beneficios sociales, etc… Estas cosas son en definitiva la guinda del pastel. Lo que demandan principalmente es una empresa con una cultura bien definida y un clima laboral bueno.

Es paradójico pero las generaciones de empleados que les ha tocado vivir en la era digital son precisamente los que más valoran el factor humano de la empresa. La empresa tiene tres dimensiones; La personal (el yo), la interpersonal (el nosotros), la impersonal (el esto). En esta última reside la cultura y el clima laboral, y es el resultado de las otras dos dimensiones.

En los tiempos que corren la importancia de la dimensión personal es primordial, de ahí que se hable tanto de liderazgo. Todo empieza en la transformación del “yo”, para armonizar el “nosotros” y conseguir un fantástico “esto”.

Una vez un empresario local en un foro de networking me dijo; “Eso del liderazgo son mariconadas”. Sonreímos los dos aunque quizás con significados diferentes. No pensaba hablar más con él sobre este tema, no por enfado ni mucho menos, simplemente vi que lo tenía claro y no iba a gastar energías en cambiar una creencia que tenía arraigada desde muchos años atrás en un desayuno de trabajo, pero él insistió. A ver convénceme “¿en qué me beneficia eso del liderazgo? Porque yo creo en el palo y la zanahoria.” Volvimos a sonreír.

Y entonces le contesté. “¡Pues mire!, los perfiles tipo de empresas con su manera de dirigir están bastantes generalizados, son empresas con un alto porcentaje de rotación de personal, a algunos usted los despide, pero la mayoría normalmente se van. Se van cuando ya se han desarrollado, es decir, usted encuentra perfiles jóvenes que se desarrollan en su empresa y cuando aprenden se van, digamos que su empresa, es la empresa de formación de la competencia. Además su empresa es probable que tenga un alto grado de absentismo y un alto grado de bajas laborales. Esto le está ocasionando una gran pérdida de dinero, pídale un informe a su mutua y verifíquelo. Por último tengo que decirle que generalmente estas empresas tienen un problema de productividad por debajo de la media y no ofrece además unos estándares de calidad buenos porque su plantilla como le digo es inexperta por esa rotación a la que está sometida. Este tipo de empresas, y ya termino, pueden ser rentables, sobre todo si el negocio es bueno, pero podrían serlo mucho más. El palo y la zanahoria quizás sirvió en el siglo pasado pero ahora las personas demandan otro estilo de dirección. Igual no es lo que le está ocurriendo pero intente verificarlo.” Su cara cambio y ya no estaba tan risueña, al menos le hice pensar.

Así fue literalmente nuestra conversación. Lo curioso es que al irnos del desayuno de trabajo me pidió mi tarjeta. Pasado algo más de un mes recibí una llamada y sorprendentemente era este señor. Quería que lo visitara. Así lo hice. Había comprobado todo lo que yo le expuse y desde ese día se convirtió en mi cliente.

¿Por qué os cuento esta anécdota en este post? Pues porque son muchas las personas que desconocen la importancia del factor humano, calculan sus costes productivos, sus márgenes y miles de historias pero no contemplan lo más importante que es el capital humano de la compañía. Lo único que diferencia a una empresa de otra son las personas que trabajan en ella. La globalización nos permite acceder a los mismos recursos, la misma maquinaria, los mismos proveedores. Lo único exclusivo son las personas que trabajan en ellas.

Las personas olvidamos los que nos dicen, incluso lo que nos hacen, pero jamás olvidamos lo que sentimos. De los “jefes” depende todo esto y tengo que decir que liderar es fácil si sabes cómo.

Esto no es una proclama a favor del liderazgo, es simplemente un diagnóstico que me encuentro continuamente al consultar empresas.

Si tienes colaboradores a tu cargo piensa cuál es tu modelo de dirección. Tú decides, ¿inspiras o solo das órdenes a tus colaboradores? Inspirando consigues que se comprometan, dando órdenes consigues que te obedezcan…. Pero sólo a veces.

Feliz semana!!!