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Los días que me convertí en director de recursos humanos…

Llegué a esta profesión por casualidad, siempre pensé que lo ideal es que tengas una vocación determinada y luches con ilusión por poder ejercerla, pero también está esa otra situación en la que llegas a una profesión sin ninguna expectativa y el día a día te va enamorando de una profesión que no solo no tenías idealizada sino que ni siquiera sabias que existía.

Recibí la formación universitaria y los Masters relacionados para el puesto, pero eso solo me proporcionó más conocimientos, una oportunidad y una tarjeta de visita donde pone director de RRHH.

Entonces me hago una pregunta… ¿Esto te hace director de RRHH?

Por eso pienso que me convertí en director de RRHH el día que comprendí en qué consistía mi trabajo. Es más creo que me convierto cada día en director de recursos humanos cuando comprendo en qué consiste mi trabajo. Cada día vives una nueva transformación, cada día cobra más sentido la tarjeta de visita.

Uno de los días que me convertí en director de RRHH supe que las leyes laborales, las nóminas o las remuneraciones en especies no eran importantes para mi trabajo.

Ese día descubrí que no sabía en qué consistía mi verdadero trabajo.

Descubrí que mi trabajo era ayudar a la empresa a ganar.

Otro día elegí considerar que jefes y trabajadores eran para mí como clientes de mi departamento y que debía ofrecerles mi mejor servicio.

También descubrí que lo único que diferencia a las empresas son las personas que trabajan en ellas.

Descubrí que en una negociación tienen que ganar todas las partes.

Entendí que entre el negro impuesto por arriba y el blanco reivindicado por abajo hay una amplia gama de grises que satisfacen a ambos.

Supe que las entrevistas son un cóctel de miedo, nervios e ilusión, supe también que en los finiquitos siempre hay al menos una parte decepcionada.

Descubrí también que una sonrisa diaria tiene mucho más valor que un incentivo.

Que el amor trae amor y la hostilidad trae hostilidad.

Constaté que la verdadera autoridad está repleta de buenas palabras y también que solo es posible liderar desde el corazón.

Descubrí que la actitud siempre gana al intelecto.

Que los fallos agrandan la memoria y los aciertos normalmente parece que la borran.

Otro día acepté que las personas tóxicas difícilmente tienen la voluntad de cambiar y que la solución está en cambiar uno mismo.

Otro día descubrí que una empresa que no determina sus valores es una empresa sin cultura que camina a golpes de improvisación individual y que desembocan en climas complicados.

Descubrí que el trabajo en equipo no es una moda sino una necesidad.

Otro día pude ver que la humildad te hace grande y que la autoridad te la otorgan las personas y no el organigrama.

Otro día también supe que sufría por mi analfabetismo emocional y que nadie me había formado nunca en esta materia en ningún estamento formativo.

Descubrí que las personas son todas distintas entre sí pero que responden de igual manera ante determinados estímulos. Este descubrimiento me otorgó el poder del liderazgo algo que he estudiado durante los últimos 7 años.

Descubrí que para poder liderar antes debo liderarme.

Descubrí que la cultura empresarial se siembra desde arriba pero que tiene que ser regada y abonada por todos los de abajo.

Pude ver que la felicidad y la productividad van cogidas de la mano y que entonces mi misión tenía que ser que todos fueran un poquito más felices.

Otro día entendí que cada mañana es una nueva oportunidad para aprender a convertirme en director de RRHH.

Otro día descubrí que la diversidad de las personas hace esta profesión apasionante.

Descubrí también que el miedo es lo único que limita en la vida.

Me sorprendí al ver que la actitud, el compromiso y las buenas relaciones son el 95% de tu éxito laboral.

Otro día corroboré que siempre se contrata por el talento y se despide por el talante.

Comprobé que si no retienes el talento te invade la mediocridad y que cuando reina la mediocridad te esquiva continuamente el talento.

Evidencié que la alta rotación es un síntoma de enfermedad terminal.

Otro día puede ver que la formación te hace competitivo, que la información te hace más eficaz y que solo la confianza te lleva a la excelencia.

Otro día comprendí que director de recursos humanos es un cargo sin titulación en el que te examinas todos los días en la modalidad de evaluación continua.

Otro día tuve la enseñanza de que soy lo que hago y que siempre hago lo que soy.

Por eso… Estos días que os he comentado y algunos otros son los días en que me convertí en director de RR.HH… Supe que cada día tengo una nueva oportunidad para convertirme en director de RRHH. Supe que el cargo se puede demostrar en todo momento en cada pequeño detalle y que aunque el camino no es fácil… hay una forma de no perder el rumbo y poder seguir el itinerario correcto, ese itinerario no es otro es el trazado por las sonrisas de todos…

Feliz día de los recursos humanos!!!