A raíz de esta frase que publiqué en redes sociales voy a intentar de desmembrar el significado o mensaje que pretendía con la misma.
Tenemos cuatro variables. Buena persona, mala persona, buen jefe y mal jefe. Vamos allá.
Definiciones coloquiales;
Buena persona: Aquella persona con buenos valores, buen trato y que intenta aportar siempre su mejor versión a los demás. Es la persona con la que nos encanta estar en cualquier circunstancia vital
Mala persona: Persona egoísta que solo piensa en ella, que su escala de valores brilla por su ausencia y que es capaz de hacer lo que sea por su propio interés y sus propios objetivos. Es la persona que intentamos y deberíamos apartar de nuestras vidas.
Buen jefe: Es esa persona que desarrolla sus funciones de forma efectiva, primando la concordia, el dialogo, la confianza, el buen clima laboral y que sin olvidarse de los objetivos de la empresa intenta el bienestar y la felicidad de sus trabajadores. Es ese jefe que nos permite crecer, evolucionar y ser felices en el trabajo.
Mal jefe: Es esa persona que ejerce el puesto pensando en sus intereses profesionales y personales, estando en muchos casos incluso el interés personal por encima del empresarial y colectivo. Es ese jefe coercitivo que inculca miedo, que echa broncas y que fomenta una desconfianza que es el disfraz que oculta un falso rigor incompetente.
Habiendo definido más o menos los distintos conceptos me gustaría decir que;
Salimos de las universidades o de cualquier centro educativo (y esto no me cansaré de repetirlo allá donde vaya, a ver si así se cambia algo en este sentido) con la titulación para ejercer la profesión, pero no nos enseñan a saber hacer lo más importante de cualquier trabajo y que es desde mi punto de vista relacionarnos de forma eficaz con nuestros colaboradores, jefes o subordinados. Es fundamental que enseñemos por ejemplo a un ingeniero a realizar los cálculos para saber realizar un proyecto técnico determinado, pero esa persona también será probablemente el jefe de proyecto en algún momento de su vida laboral y nadie le enseña a saber manejar equipos de trabajo, no le enseñan a comunicarse de forma efectiva, en definitiva no le enseñan a relacionarse de forma efectiva con las demás personas y ese sin duda va a ser su trabajo fundamental cuando sea el jefe de ese supuesto proyecto.
Por tanto, ¿podemos aprender a ser un buen jefe? sin duda creo que sí, desarrollando las habilidades necesarias para ser lo más efectivo posible en nuestra relación con las demás personas. Tendremos un gran paso dado haciendo esto. Sabremos qué hacer para conseguir resultados determinados. Pero el cambio de solo “hacer” para conseguir es maquillaje, tarde o temprano los colaboradores se dan cuenta, pierden la confianza y se puede volver en tu contra. Las cosas o salen desde el ser o dan tarde o temprano la cara. Ahí está la diferencia entre un buen jefe y un jefe extraordinario.
Pero la gran cuestión planteada en redes sociales era… ¿Se puede aprender a ser buena persona? No se trata de un aprendizaje, se trata de una toma de consciencia. Entrando en un campo más espiritual muchos autores dicen que la esencia de toda persona es buena, así fuimos creados por Dios. Pero en la medida que nuestro falso yo llamado ego se ha apoderado de nosotros, nos alejamos de esa esencia inicial para convertirnos en otro tipo de persona, en un personaje que nos creemos y que asume un rol que interpreta a la perfección. La mayoría de las personas vamos dormidas con respecto a tal circunstancia, ni siquiera hemos tenido ese planteamiento de preocuparnos por el tipo de persona que somos. Actuamos desde la ignorancia absoluta y damos rienda suelta a nuestro ego para conseguir nuestros objetivos. Por eso hay malas personas que ni siquiera se plantean que lo son. Seguramente si tuvieran la oportunidad de verse por un agujero desde la distancia que le permita dar una visión objetiva, se sorprenderían e incluso sentirían vergüenza ajena de cómo actúan en determinados casos.
Es difícil que una persona sometida a un ego tan dominante tome consciencia y despierte de ese letargo de ignorancia por sí sola, es difícil pero es posible, aunque normalmente se tienen que dar unas circunstancias importantes en su vida que propicien un replanteamiento vital.
Por eso desmembrando la frase que subí a las redes sociales y en la que creo profundamente diré;
La buena persona puede llegar a ser un buen jefe, solo hay que enseñarle las habilidades que necesite pero la esencia principal la tiene innata. Así mismo el buen jefe es esa persona que siendo y proyectando los valores que tiene como buena persona, es capaz de sacar el máximo rendimiento de sus colaboradores en un ambiente cordial, productivo y feliz.
La mala persona jamás puede ser un buen jefe. Esto no quiere decir que no ejerza como tal o incluso consiga objetivos, pero será una persona con mucha alta rotación de colaboradores que huirán de su lado en cuanto sus posibilidades económicas, profesionales y vitales se lo permitan.
Lo peor es que muchas de las personas que estén leyendo este post en este momento, pensareis que es un post más de un “buenísmo” de moda que no es efectivo. Pasarán por la mente justificaciones de vuestro ego para argumentaros que hay que tratar a los colaboradores con el palo y la zanahoria… Que le das la mano y te cogen el brazo… Etc. Con esta percepción de vuestro entorno laboral y de vuestros colaboradores solo podéis creer estar en un clima de desconfianza y nada que merezca la pena puede salir de un entorno así. Las empresas capaces de transformar vidas, las de dentro y las de fuera de la compañía, solo lo consiguen posibilitando un clima laboral de confianza. Si la confianza es mediocre los resultados son mediocres.
¡Oye jefe! Ten cuidado como miras el mundo porque será tal y como lo mires. ¡Tú decides!
¡Ah! Si piensas que pasa con las malas personas y los malos empleados… Estate atento al blog porque hablaremos sin duda de ello.
Ultima tarea del post. Hazte esta pregunta si eres jefe. ¿Soy el jefe que me gustaría tener?
Gracias y feliz semana.